Tercer itinerario que parte de Saint-Pierre. No se olvide: podría ser la ocasión perfecta para pasar algunos días y disfrutar del encanto de este extraordinario rincón del Valle de Aosta. Primero, Valsavarenche, después el valle de Rhêmes, y ahora Valgrisenche, otro valle de belleza casi virgen, totalmente por descubrir.

Valgrisenche
Ojos abiertos para no perderse nada en un fascinante viaje a través de la historia, la tradición y un ambiente encantador. La carretera sube por el estrecho fondo del valle hasta Planaval. Después, la primera sorpresa agradable: el valle se abre de pronto, dominado por el fondo de la cumbre de la Grande Sassière, y, por la derecha, por la Testa del Rutor. De aquí en adelante, se recorre dulcemente la vasta llanura hasta la capital, Valgrisenche, típica ciudad de origen medieval, con su campanario románico. Poco más allá, el lago de Beauregard, anunciado por la imponente presa. El lugar ideal para relajarse, entre el verde intenso de los bosques de coníferas y la plata de la cresta que señala el límite hidrológico con el valle de Isère.

Los draps, de necesidad a virtud
Las nevadas, un tiempo, aislaban el valle y las posibilidades económicas no eran muchas. Y así era necesario ingeniárselas, producir tejidos cálidos, prácticos y, ante todo, resistentes. Y así rugen los famosos draps de Valgrisenche, realizados con lana de oveja en los antiguos telares, los métiers. Originalmente, para impermeabilizarlos, se sumergían repetidas veces en agua fría y se golpeaban con palas de madera. Los tiempos han cambiado, pero la tradición de los draps, en este valle, permanece. Mantas, toallas, complementos, chalecos, fundas para sofás y sillones… siguen haciéndose aún hoy en telares construidos según el modelo antiguo. Tejidos exclusivos que podrá admirar en la muestra permanente de la capital de Valgrisenche y adquirir en las tiendas de todo el valle.