La capilla de Triatel, inmersa en la tranquilidad de la aldea con el mismo nombre, guarda una aura de misterio que atrae los que se acercan. Su origenes se pierden en el tiempo: se encuentran noticias ya en el 1588, cuando estaba dedicada a S. Théodule, aunque la fecha exacta de realización es todavía desconocida. Hoy la capilla está dedicada a S. Rocco, protector contra las epidemias, lo que es una prueba de como la fe popular siempre ha animado la comunidad.
Este lugar tiene muchos cuentos antiguos, como lo según el que, para un tal período, bajo del pavimento de la capilla se enterraban los niños no bautizados. Un detalle que habla del pasado, de la fragilidad de la vida y de la búsqueda de protección para los que no habían podido recibir los ritos de la fe. Un pequeño edificio con tanta memoria y sugestión.