Los primeros castillos
El Valle de Aosta es un lugar de tránsito obligado hacia los pasos alpinos, y en la Edad Media el cobro de peajes constituía un importante instrumento de poder y de renta. En un territorio sin control directo, era fácil apropiarse de las tierras y elevarse al rango de señores; por eso, la nobleza del Valle de Aosta se extendió fuera de los centros habitados, en busca de territorios sobre los cuales ampliar su propio dominio: surgieron así castillos, torres y casas fuertes, que dominaban extensas zonas desde peñascos inaccesibles.
En el Valle de Aosta, los primeros castillos surgieron a comienzos del siglo XI, aunque muchos de ellos se construyeron sobre fortalezas más antiguas. Estos castillos primitivos consistían en un torreón, o donjon, a menudo cuadrado, rodeado por una muralla. Son ejemplos de fortificaciones de los siglos XI y XII el castillo de Graines, el castillo de Cly, y el castillo Châtel-Argent. Las capillas de estos castillos atestiguan la extrema sencillez de la arquitectura religiosa románica.
La evolución residencial de los castillos
En los siglos siguientes, aparecen castillos cada más complejos. Las funciones residenciales, que antiguamente se repartían en edificios separados, se concentran en una sola fábrica, y adquieren más importancia de las funciones de defensa. Pertenecen a esta fase de evolución el castillo de Ussel y el castillo de Verrès.
El castillo de Fénis, austera morada de estilo gótico tardío adaptada a la vida de corte, y el castillo de Issogne completan la evolución hacia la mansión señorial urbana.
Además de los castillos que se pueden visitar en su interior, también otros muchos castillos, torres y casas fortificadas hacen que el paisaje del Valle de Aosta sea único e inconfundible.
¡Descúbrelos todos!