A menudo la montaña es percibida como un lugar misterioso y fascinante, a la que el silencio le otorga dimensiones sagradas. En el Valle de Aosta, en particular, el paralelo naturaleza-espiritualidad tiene legados antiguos. Por esta región pasa la via Francigena: multitudes de peregrinos de diversos idiomas, países, censos y tradiciones la han atravesado a partir del siglo XI.

Otra modalidad de recorrido contemplativo, meditativo y de oración es la procesión: centrada en el “recorrido” además del “destino”, es más “incorporativo” y vinculada al sentido del retorno y al territorio en el que la comunidad vive. Las procesiones son numerosas y muy enraizadas en el Valle de Aosta y aún hoy son, especialmente en verano, ocasiones interesantes de diálogo entre la naturaleza, objeto de contemplación, y religiosidad.

Los itinerarios enlistados son excursiones en la montaña de diversas longitudes (se recomienda la misma ropa y el equipo utilizados para el senderismo).