La capilla de Gilliarey ofrece una de las vistas más bonita del Valle d’Aosta. Realizada en el 1866 sobre un audaz espolón montañoso que asoma toda la vaguada de Buisson, esta capilla parece suspendida entre cielo y tierra. Fue bendecida el año siguiente por el canónico Luigi Gorret, cuya familia poseía estos pastos alpinos ya en el siglo XVI.
En los alrededores de la capilla unas losas de piedra puestas a una distancia regular dieron lugar a unas suposiciones sugestivas sino un poco temerarias que están conectadas con el reutilizo de unos menhir prehistóricos para crear una especie de cuadrante meridiano terrestre. Un lugar donde la espiritualidad se mezscla con el misterio, perfecto para una parada sileciosa o una ruta inspirada.