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Uno de los yacimientos arqueológicos prehistóricos más interesantes de Europa pero también un lugar donde la historia ha seguido dejando testimonios en los siglos posteriores. Ven a Aosta y aprovecha las iniciativas y visitas guiadas del museo y descubre todas sus novedades tecnológicas de divulgación.

El sitio arqueológico

El área, descubierta en 1969, se extiende por aproximadamente una hectárea y muestra uno de los yacimientos arqueológicos más interesantes de Europa: maravillosamente destacados, momentos significativos de casi cinco milenios de historia, desde los momentos finales del Neolítico hasta nuestros días.

El término área megalítica se ha utilizado para definir de manera sintética el hallazgo de Aosta, que hasta el momento no presenta correspondencia, ni siquiera parcial, con el yacimiento de Sion, Petit-Chasseur, en Suiza.

Por “área megalítica” se entiende una porción de terreno, más o menos extensa pero fácil de delimitar, en la que se encuentran múltiples testimonios monumentales megalíticos de diferentes tipos.
De hecho no se trata de una simple alineación de menhires o de estelas antropomorfas, ni de una necrópolis o tumbas dolménicas individuales: los hallazgos muestran en cambio la existencia de una zona sagrada destinada desde el principio a ser un emplazamiento destinado a celebrar recurrentes manifestaciones relacionadas con el culto y la sepultura.

Se han identificado cinco fases estructurales que, a partir del Neolítico reciente (finales del V milenio a.C.) y a través de toda la Edad del Cobre (IV-III milenio a.C.), llega hasta la Edad del Bronce (II milenio a.C.).

Configurada en primer lugar como un santuario al aire libre destinado al culto de los vivos, el área asumió durante los últimos siglos del III milenio funciones funerarias, convirtiéndose en una necrópolis privilegiada, con tumbas monumentales de distintas tipologías megalíticas.

En orden cronológico se podrán apreciar los restos de un arado propiciatorio (finales del V milenio a.C.) seguido de la creación de pozos alienados en cuyo fondo se encuentran ofrendas como muelas de molino junto con restos de frutas y cereales.

En un momento posterior (principios del III milenio a.C.) se puede observar la alineación de al menos 24 palos totémicos de madera orientados de nordeste a sudoeste, progresivamente acompañados y más tarde sustituidos por más de 46 imponentes estelas antropomorfas, primera representación auténtica del megalitismo en esta zona, magistrales obras de arte de la estatuaria prehistórica.

El destino de uso del área es claramente funerario, con la construcción de las primeras tumbas megalíticias, probablemente ocupadas por miembros de eminentes familias de la comunidad, construidas totalmente desenterradas. La protagonista ejemplar es la llamada “Tumba 2”, erigida en un insólita plataforma triangular de grava, utilizada durante casi un milenio como sepultura colectiva y que albergaba los restos de 39 individuos.

El museo

Visitar el museo implica un viaje temporal desde la actualidad hasta la prehistoria. A lo largo de un recorrido repleto de imágenes referidas a la historia de la humanidad, desde la entrada del museo las pasarelas conducen al visitante al nivel del auténtico yacimiento arqueológico (aproximadamente a 6 metros por debajo del nivel de la calle).

Aquí se abre a la vista un ambiente grandioso, el efecto que se quiere crear es el de una comprensión visual emocional del conjunto, captado como complejo monumental, modulado por la iluminación que cambia gradualmente según las diferentes horas del día.
Atravesando la dimensión del tiempo, los tonos de las luces colorean la atmósfera que envuelve los restos arqueológicos, el dolmen, las estelas caídas, las plataformas y las huellas de los arados.

La visita ofrece un continuo panorama del yacimiento arqueológico, en una especie de diálogo constante “interior-museo / exterior-yacimiento”. Hay explicaciones, profundizaciones e interpretaciones disponibles en dispositivos didácticos y multimedia.

No ser extrañado:

  • la sugerente rampa del tiempo enriquecida por elementos tridimensionales
  • la asombrosa sala inmersiva
  • la gran sala de estelas donde se pueden admirar 46 estelas antropomorfas encontradas en el sitio
  • la sección del museo dedicada a la Protohistoria ilustra los grandes cambios que se produjeron en la zona a principios del II milenio a.C., cuando la función agrícola sustituyó a la funeraria: se pueden observar numerosas huellas humanas impresas en las tierras labradas. Además, en este espacio se puede apreciar el gran túmulo funerario de la Edad del Hierro (I milenio a.C.) con su original sendero para caminar
  • en la planta superior la protagonista es la época romana dividida en dos tramos: uno dedicado a la vida cotidiana en un entorno rústico, y otro a las necrópolis excavadas a lo largo de los años a lo largo del camino, bajo la iglesia parroquial y la escuela infantil; aquí se encuentran 20 tumbas caracterizadas por un ajuar funerario muy rico, así como por prácticas y rituales funerarios muy diferentes en cuanto a cronología y tipología
  • la sección medieval del museo concluye el itinerario de visita presentando testimonios relativos a la pequeña iglesia románica de San Martín.

También hay una zona dedicada a exposiciones temporales y una sala de conferencias.