Misterioso y rico en sorpresas, el cañón de St. Marcel deja ver, ya desde su salida de Les Druges, las huellas de una antigua e intensa actividad minera: montones de escorias semiescondidos por el bosque exuberante, menudos todavía ricos en minerales, arroyuelos alegremente coloreados de ocre cuando pasan por encima de los guijarros y de turquesa en el agua. La zona de las galerías, recientemente renovada, se puede ver desde la carretera y se puede descubrir con tour guiados. Más arriba, el resto del cañón es una reserva y propiedad privada: no está prohibido entrar a pie, pero es aconsejable comportarse como invitados. Más allá del lago, en la amplia y bien organizada cabecera del valle, se encuentra el gran chalet de la Chaux, que invita a soñar con la vida de los tiempos pasados. La flora está a la altura de la situación; no hay más que pensar en la delicada Linnea borealis, en el bosque, y el infrecuente Eritrichium nanum, en la colina.

Desde Saint-Marcel, seguir las indicaciones para la zona de pic-nic de Les Druges, situada en la pedanía del mismo nombre. Tras dejar el coche en el aparcamiento, enfilar la larga carretera de tierra que se adentra en el cañón de Saint-Marcel y continúa por la espléndida reserva Turatti. Continuar por la carretera hasta que esta finaliza en la localidad de Petite Chaux. Aquí, enfilar el sendero nº 102, a la derecha, que sube por las pendientes cubiertas de hierba hasta conquistar el Col de Saint-Marcel.