Miel
La miel, equilibrio natural de sabores y virtudes
En Valle d'Aosta, la miel se elabora según técnicas antiguas y no sufre ningún tratamiento térmico, conservando así inalteradas sus propiedades organolépticas.
La apicultura local es predominantemente nómada: se trasladan las colmenas desde el fondo del valle a alturas superiores, en los diversos ambientes montañeses, para permitir a las abejas recoger néctar y polen de múltiples especies botánicas. Así nacen mieles de sabores distintos.
La miel de rodendro, clara y con tendencia a cristalizar finamente, delicada y tenue, es ideal para probarla sola o con pan de centeno y mantequilla, y para endulzar tisanas.
La miel de castaño, más oscura y con un gusto ligeramente amargo, combina bien con las castañas o quesos curados.
La miel de mil flores de montaña es rica en esencias nectaríferas, que hacen característico su color y la intensidad de su sabor.
La miel de amargón , de color amarillo intenso, tiene un sabor dulce, con un notable gusto; la de tilo, pura y clara, presenta un ligero gusto mentolado; la de mielada, de color oscuro, tiene un gusto afrutado.
La tutela del producto corresponde al Consorzio apistico della Valle d'Aosta y la comercialización está en manos de la Cooperativa Miel du Val d’Aoste o de los propios agricultores.